PRIMERA OCTAVA
El tono más fácil de tocar con la quena es el sol5; por eso, será el primer sonido que ejercitaremos. Para ello, mantendremos destapadas todas las perforaciones del instrumento, y soplaremos de acuerdo con las instrucciones provistas anteriormente (ver: 2. Producción del sonido). Una vez que seamos capaces de producir dicha nota con una sonoridad satisfactoria, comenzaremos a obturar de uno en uno los orificios, de arriba hacia abajo. Tengamos en consideración que las sucesivas notas que hemos de escuchar deberán ser cada vez más graves; si en algún momento la quena emite un sonido más agudo que el anterior, eso podrá deberse a que estemos soplando con excesiva presión o a que alguno/s de los orificios no esté/n correctamente obturado/s. Tendremos que retomar, entonces, el ejercicio desde el último sonido grave que hayamos obtenido, y proseguir nuevamente hacia abajo. Cuando podamos ejecutar la nota grave que se produce con todos los orificios obturados, habremos llegado al extremo bajo de la quena (sol4).
SEGUNDA OCTAVA
Todas las posiciones de la primera octava -exceptuando la del sol grave- nos servirán también para tocar en la segunda: la diferencia entre una frecuencia y la otra estará determinada por el modo de emitir el aire. Podríamos decir, básicamente, que para acceder a las notas de la segunda octava nos basta con soplar más fuerte. Una mejor manera de entender el cambio entre un registro y el otro, sin embargo, consiste en pensarlo como un pequeño movimiento en la embocadura: para llegar a los tonos de la segunda octava, la mandíbula se adelanta sutilmente, a la vez que el labio superior se aproxima levemente al inferior. Así, la columna de aire se afina y ejerce una mayor presión sobre el bisel. Nos puede resultar de gran ayuda, además, acompañar esto con un golpe de lengua: ésta se ubica contra el labio y los incisivos superiores y luego se desplaza velozmente hacia abajo, con intención de pronunciar el grupo consonántico tb -o pronunciándolo efectivamente-.
Para avanzar en el dominio de la segunda octava, obturaremos todos lo orificios de la quena salvo el de más abajo; si soplamos de acuerdo a las indicaciones recién mencionadas, escucharemos el la de la segunda octava (la5). A continuación, descubriremos de uno en uno el resto de los orificios, de abajo arriba. En este caso, los sonidos que hemos de oír deberán ser progresivamente más agudos: si en algún momento la quena emite un tono más grave que el anterior, ello se deberá a que no estaremos soplando con la suficiente intensidad. Tendremos que retomar, entonces, el ejercicio desde el último sonido agudo que hayamos obtenido, y proseguir nuevamente hacia arriba. A medida que ascendamos en la escala, la presión de aire necesaria será cada vez mayor, y/o el golpe de lengua deberá ser cada vez más fuerte.
TERCERA OCTAVA
Para tocar los tonos de la tercera octava -también llamados sobreagudos- tendremos que modificar ambos factores: la digitación y el modo de soplar, que ahora deberá volverse aun más intenso. Aboquémonos al estudio de este registro sólo una vez que tengamos asegurado el control de la primera y la segunda octavas.